Administrar y gestionar un hospital es una labor compleja. A los necesarios conocimientos médicos, el gestor de un hospital debe añadir todos aquellos que se exigen para la adecuada gestión de los recursos tanto humanos como materiales, con la especialísima particularidad de que en este caso todos esos recursos no se aplican a una actividad productiva como cualquier otra, sino a lo más delicado y esencial: la atención y asistencia médica. Aunque el objetivo es, como en cualquier organización, optimizar los recursos disponibles, en un hospital los errores en la gestión repercuten directamente sobre los pacientes y pueden tener un alto coste sobre la salud y la vida de las personas.
Por eso, no es de extrañar que la gestión hospitalaria haya experimentado en los últimos años un proceso tendente a la especialización, incorporando todos los avances en materia de gestión de organizaciones. Quedan lejos los tiempos en que la administración y gestión de un hospital se encomendaba sin más al médico que acumulaba más años de servicio. Y es que a la experiencia y los conocimientos médicos es necesario añadir otros conocimientos de gestión de organizaciones, por lo que es indispensable que los gestores hospitalarios realicen una formación completa y exhaustiva.
Claves de la gestión hospitalaria
En la gestión hospitalaria es necesario adaptar los criterios generales de la gestión a las particularidades del hospital. Por ejemplo, su complejidad tecnológica, la relevancia de los datos clínicos (sujetos a criterios muy especiales por su especial protección), la investigación, la relación con el distrito sanitario, el área sanitaria o los centros periféricos o las particularidades de la población que atiende son factores que deben tenerse en cuenta para planificar la gestión de un hospital.
Sin embargo, hay criterios generales que también se aplican a la gestión hospitalaria. Como para cualquier organización, el recurso más importante es el talento humano. Son los médicos, enfermeros, cuidadores y demás personal quienes más van a influir en la calidad de los servicios hospitalarios. Por eso, la selección del personal, la formación y la motivación son elementos indispensables para que un hospital funcione adecuadamente.
Existe también cada más consenso en que la gestión hospitalaria del futuro debe situar al paciente en el centro de todo. ¿Qué significa esto? Podemos señalar algunas claves:
– Los procesos, los gastos y la atención médica deben redefinirse, si es necesario, para que la atención real se sitúe en el paciente.
– La gestión del sistema sanitario debe valorar que el paciente de hoy no es el de hace unas décadas. La esperanza de vida es notablemente más alta y, en consecuencia, el sistema debe adaptarse a necesidades nuevas: por ejemplo, el aumento de las enfermedades crónicas o la relevancia de los tratamientos paliativos.
– Todo el sistema de información debe articularse para facilitar la apertura de canales de comunicación directos y eficaces con el paciente.
– Deben incorporarse herramientas de gestión y medición que ayuden a los médicos a gestionar mejor los recursos.
– La tecnología y la innovación son parte esencial de la medicina del futuro, y deben introducirse procurando su uso en favor de la calidad de vida del paciente.
Junto a estas claves, el gestor tendrá éxito si consigue aplicar algunos principios básicos: el liderazgo, la planificación estratégica, el análisis del desempeño y la ambición por seguir mejorando siempre son elementos que facilitarán la buena gestión hospitalaria.